miércoles, 23 de enero de 2013

Demasiado talento desperdiciado.


Se mueren las ganas, cada vez antes. No empieza el día y ya deseo que acabe. Es monotonía absurda en la que absolutamente nada se vuelve interesante, en la que cada segundo se hace más eterno que el anterior y el vacío crece; crece tanto que no deja espacio para pensar, se apodera de cada centímetro de mi cuerpo y no deja escapar ni un suspiro. Todo va perdiendo sentido cuando se vive demasiado rápido, demasiado lejos. Mientras el mundo sigue su tedioso ritmo, yo me conformo con verlo desde fuera; a cámara lenta dentro de mí, efímero fuera de mis ojos.
Dejando pasar la vida como si fuera a permanecer para siempre, contando cada minuto del día como si nunca acabase. Me pierdo entre mis propios sueños, entre sus palabras, entre los vicios que me sobran y los placeres que me faltan, me pierdo en cualquier cosa que me aleje de ésta mugrienta realidad...
Se hace larga cualquier espera, pero demasiado eterna cuando uno se espera a sí mismo.
Se pierde todo aquello que dejamos escapar...

domingo, 16 de diciembre de 2012

Desde lejos.

Me falta tiempo para dedicarle a este blog, pero no ganas. En enero espero tener un ratito al día, al menos, para volver.

Las cosas no podrían salir mejor, cuando uno cree en sí mismo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Mi felicidad lleva tu nombre escrito con sangre.


Cuando toda tu vida se reduce a una única razón de existencia, sabes que tienes que luchar por esa única razón o estarás perdido. Cuando sabes que sólo queda una oportunidad entre un millón de alcanzar lo que un día tuviste entre tus propias manos y que, casi sin querer, dejaste marchar. Cuando el gris se torna cada vez más y más oscuro. Cuando el resto del mundo deja de tener importancia y sabes que no estarás completo nunca, si no consigues que esa razón de existencia te devuelva el aire... otra vez.
Cuando todo se ha ido tan, tan lejos que parece inalcanzable, y todo se ha vuelto tan diferente de como lo dejaste.
Cuando has soñado tanto que hasta te has creído tus propios sueños
Cuando explotas de impotencia y sabes que la única manera para calmarte, es también la única que no puedes conseguir. Cuando imaginas, cada minuto del día, como hubiera sido todo si te hubieses tragado tus errores, si nunca hubieses dejado escapar la razón que te hacía despertar cada día con una sonrisa.
Cuando no puedes tirar más de tus propios huesos para seguir luchando, sin rendirte; aferrándote a esa posibilidad casi imposible que te destruye por dentro, pero que a la vez... te hace sentirte vivo.
Cuando tu felicidad se reduce a un único nombre, a una única letra, a un único instante...que parece que nunca llega.

jueves, 16 de febrero de 2012

Consúmeme.


Tras un largo silencio, creí desaparecer, entre tu sombra y mi silueta desdibujada. Fueron tantas las veces que me perdí, las veces que creí perder el control total sobre mi cuerpo y sobre mi mente, que llegó ese momento de explosión que siempre se espera; llegó para odiarme más que nadie, para resquebrajar lo poco estable que me quedaba por dentro y tirarlo todo por la borda. Creí perder el sueño, el hambre, la sed y hasta la respiración; creí perderlo todo tras esa explosión que supuso el empezar a conocerme nuevamente...Quise borrar todo lo que quedaba de mí, todos los escombros que nos ensuciaban, todo resquicio de culpabilidad. No fue suficiente la sangre que derramé ni las lágrimas que se quedaron en sus sábanas impregnadas. Sabía de sobra la decacencia que suponía desaparecer de un instante al siguiente, sabía que mi alma seguiría sucumbiendo, una y otra vez, hasta que no existiera un cuerpo real sobre el que sostenerse y le dió igual, nos dió igual. No importó en ningún momento las veces que volvería a verme cara a cara con la muerte, no me importó en absoluto. Merecía sufrir, llorar, gritar, sangrar por lo que había perdido, para siempre...

Y, tras ese mugriento y eterno silencio, te volví a encontrar, me volví a encontrar.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Hola, me llamo feliz. No, ahora me llamo triste.

Hoy desperté faltándome hasta el alma, hasta el aire que aún me falta. Hoy cambié tres veces de opinión. Hoy discurrí entre mis propias ideas como el que bebe agua salada, agria, dulce y ácida a la vez. Hoy me quise y también me odié, hoy le quise...pero también le odié. Hoy me eché de menos hasta la saciedad y me sacié de echarle de menos. Hoy quise sol y quise sombra. Hoy me quedé un poco más sola, comí un poco más, me quise un poco menos. Hoy no sé lo que seré mañana ni me interesa; no sé si hoy fue el mejor o el peor día, pero sonreí sin estar feliz, como cada día. También hoy lloré sin estar triste. Hoy me falté, me sobré, me asfixié y me perdí entre mis curvas... También amanecí sin ganas, sin frío y sin calor, casi, casi por inercia. Hoy dormiré y soñaré todo lo que me falta, todo lo que no cabe en tu lógica ni tu razón y sólo en mis sueños tiene sentido. Hoy dejé todo atrás para empezar por enésima vez de cero... y acabar siempre igual.

Hoy es demasiado pronto, pero mañana demasiado tarde quizás.

martes, 10 de enero de 2012

Under control.


Qué sensación más rara...
Hasta en los cristales empañados de mi habitación veo su nombre escrito, cierro los ojos y me está mirando, con el mismo brillo que la última vez, con la misma inocencia peligrosa en la mirada que acaba conmigo cada día. Es como retroceder al pasado, sentirlo todo igual de real, ponérseme la piel de gallina cuando la brisa de su ausencia me rodea, y yo aún desnuda, delante del espejo con la mirada perdida, buscándome, quizás. Esa sensación tan extraña, de vacío a la vez que lleno, de simpleza a la vez que complejidad; todo entre mis costillas, bajo mi piel, muy adentro.
Hay más palabras ahí dentro que las que puedo escribir hoy. Nunca había querido perderme tanto de mí misma como lo quiero ahora.
No te imaginas la pesadumbre de cada noche al no querer cerrar los ojos para no ver siempre lo mismo, la misma historia repetida mil veces en mi cabeza una y otra vez.
Ya no sé si reír, llorar, correr o gritar. No sé si es real; no sé ya la profundidad de estas arenas movedizas que pensaba conocer como la palma de mi mano. Ya no conozco la salida de éste laberinto que me pensaba camino recto. Quizás ya he perdido el control otra vez y quien sabe...si para siempre.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Mezclábamos nuestra sangre.


Tanta suspicacia en su mirada, tanto escepticismo en sus palabras. Era como navegar entre infinitas ideas diferentes y que ninguna lograse entender. Era sumergerse en todos sus malos recuerdos; asfixiarse, agobiarse con esos recuerdos y que se fueran todos clavando cada vez más profundo. Y que cada vez fueran doliendo más...
Eran esas palabras las que se clavaban, las que perforaban su mente en esos momentos de absoluto delirio, esas palabras que tanto daño le habían hecho.
Esos 120 días ahora se vuelven a su cabeza como si no hubiese tenido suficiente, como si le fueran a perseguir el resto de su mísera vida esas 120 razones para odiarse y saberse totalmente inútil y dispensable.
Ya casi no recordaba su nombre, ya casi había desaparecido, era ya sólo en sus sueños cuando la tortura seguía, ya no quedaban marcas en la piel, ya no temblaba ni lloraba, ya no lo solía hacer...
Sólo quería, en su delirio, desaparecer... y con ella, sus recuerdos.