miércoles, 31 de agosto de 2011

El camino del exceso.


Me falta un granizado de oxígeno templado; que me devuelva el aire que ya no entra por mi garganta. Me falta agua para mezclar la espesa pintura negra que tiñe mi mirada hoy, para que suene más suave, para que parezca más gris y menos cansada. Me faltan fuerzas para seguir de rodillas, para seguir arrastrándome y rasgándome con todas las piedras del camino. Me falta destreza para aprender a hacer las cosas como dicte mi cabeza. Me falta una almohada blandita donde descansar mis ideas, donde olvidar las cosas malas y guardar muy dentro las buenas. Me falta el caos de un cuadro de Kandinsky y la inmensa claridad de una obra de Graaf. Me falta cafeína para no caer en un sueño eterno que me haga perderte para siempre. Me falta ilusión y me faltan las noches de lluvia y frío, en las que sólo se escuchan las gotas muriendo en las aceras de la ciudad. Me falta un reloj de arena que determine cuando empiezo y cuando acabo, para saber cuándo y cómo parar. Me falta el aire y me sobran ganas de llorar.
Ahora si digo nunca, será nunca jamás.

Y voy muriendo por el camino del exceso, o demasiado, o demasiado poco; pero nunca en su justa medida.

martes, 30 de agosto de 2011

Sinónimos del verbo amar.

Como si un agujero negro me consumiera por dentro, como un vaso medio vacío. Me levanté triste, taciturna, divagante y melancólica; abrí mis ojos y estaba gris, estaba negro, estaba todo menos rosa. No dejé paso a otras ideas en mi cabeza, sólo mi malestar, mi incomodidad, mi frialdad y mi inexpresividad. Me desperté con nada de ganas, vacía y calcinaza por dentro y con la muerte por cara, viéndome desde afuera. Me quedé silenciosa, afásica, afónica y muda; seguí alejándome, extraviándome de mi cuerpo, navegando por los témpanos congelados de tus ojos, pero sin mirarlos, con mucho miedo. Desperté sabiendo lo malo que me esperaba, quizás certero o quizás falso, pero se me anudó ese miedo al pecho y me arrancó toda mi alegría. Me quedé azul, mirando por la ventana, me quedé petrificada, desollada, insaciada y absorta en mis ideas, ensimismada.
Es como si la III Guerra Mundial explotara entre mi pecho y mi espalda, como si se cayera un meteorito en mi cabeza o como si el mundo se acabara mañana. Desperté y olía mal, olía a putrefacción, a sangre, a muerte, a canibalismo, a fetos empalados, a cabezas cortadas, a vampiros devorándome y yo sin inmutarme, quieta, paralizada, envenenada y sin salvación que valga.

Caí, me levanté y volví a caer.


Ya sabes donde me quiero perder, para que nunca me encuentren, ni siquiera yo misma.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Polos opuestos o idénticos, qué más da.


No estás solo aunque no me encuentres entre tus sábanas.
Estoy ahí, a tu lado, aunque no puedas verme ni acariciarme. Estoy más cerca de lo que crees, pero menos de lo que deseas. No puedes notar mi olor a fresa cuando despiertas, pero estoy justo al lado izquierdo de tu cama, viéndote dormir y despertar cada mañana. Estoy a un centímetro de tu boca, aunque no notes mi aliento. Me sobran las ganas de abrazarte cada minuto del día, las ganas de no soltarte mientras pueda. Qué más da que dure una semana, un mes o una vida... Absorberé cada segundo que me dediques y guardaré en una cajita muy pequeña todos los recuerdos para llevarte siempre conmigo.
Haré todas las locuras que me faltan por hacer para tenerte, perderé el control de mi cuerpo cuando te vea y te dejaré hacer conmigo lo que quieras...
Pero mientras, estaré contigo sin que lo sepas, latiendo dentro de ti cada vez con más fuerza... hasta que me quieras.


Despacito, cada vez más suave...

...y ahora, abrázame, sólo un poco, para que te queden ganas de repetir mañana.

martes, 23 de agosto de 2011

El que quiera entender, que entienda...

Sigo mirando al horizonte, viendo como te alejas más y más, sin ni siquiera mirar atrás. Sólo va quedando tu aroma difuminándose con el olor a lluvia de verano y con la niebla de la noche que apenas me deja despedirme de tu imagen caminando. Aún puedo verte, si cierro mis ojos; hasta puedo acariciarte sin que te enteres siquiera. Puedo olerte cuando se me apetezca, puedo caminar a tu lado sin que notes mi presencia. Aún puedo dormir en una esquina de tu cama sin que te moleste, puedo superar todas las distancias, si cierro mis ojos.
Tu cuerpo, formando parte del mío y dándole la vida que le falta. Sigo mirándote mientras duermes, sigo acariciándote desde mi cama, con kilómetros de por medio entre tus labios y los míos. Sigo buscándote entre mis sábanas cada noche, sigo echándote de menos pese a no haberte tenido nunca y sigo ardiendo por dentro cada vez que me pierdo en tu mirada.
Te vas cada vez más lejos y yo sin poder seguirte, con la respiración entrecortada y la mirada empañada. Desapareces dejando sólo mis ganas de ti a ras de suelo, junto a mi cuerpo, moribundo...
Pero, aún si cierro mis ojos...puedes quererme un poco.

martes, 9 de agosto de 2011

Lejos de mí.

No me queda aire para sobrevivir a este día. No me quedan lágrimas ni ganas. Ya no sé ni cómo siento, no sé si lo que estoy tocando es real, no sé si mi mente ha creado un mundo paralelo donde todo parece algodón para que las caídas no duelan; no duelen los golpes, ni las heridas en mi cuerpo, pero sí las palabras que me dejan sin habla y sí los hechos que me dejan sin lágrimas.
Un paso más para no caer en el olvido, un milímetro más para marcar en mi piel todo el daño que te hice, un gramo más para caer en la locura y un minuto más para perderme para siempre y no saber nunca más donde estás.


Piérdome entre mis sábanas. No me encuentres, por favor.

lunes, 8 de agosto de 2011

Un pedacito.

Hoy sólo queda un pedacito de cordura en mi cabeza, un hilillo de sensatez del que cuelgan mis recuerdos más efímeros. Sólo me queda en mis manos el temblor, el mismo que había en mis piernas cuando te supliqué mil veces que me perdonaras, el mismo que llena mi cuerpo entero cada madrugada.
Un pedacito de locura cada mañana mezclada con el café más amargo y con la cerveza más fría cada tarde, en cualquier banco, de cualquier parque, de cualquier ciudad, qué más da.
Ya no existe sensatez que me diga lo que hago bien, ni existe ese ángel ni ese demonio que me aconseje; sólo me queda ese pedacito ridículo de instinto que me obliga a dejarme llevar, quizás para bien o quizás para mal.
No me quedan ya palabras bonitas para decir, ni besos ni caricias para regalar...

Me quedan sólo las ganas de ti y de volverte a abrazar. Pero no se lo digas a nadie.


martes, 2 de agosto de 2011

I'll try.

Despertaré cuando esta pesadilla acabe, cuando llegue el frío, cuando octubre huela a otoño o cuando deje de ver el fondo de mi alma en sus pupilas.
Despertaré cuando no existan más curvas que las de mi cuerpo, cuando mi cabeza sea un único camino recto o cuando me de igual tenerle más cerca o más lejos.
Abriré mis ojos cuando mi ceguera blanca acabe, cuando esté segura de que lo que me rodea no me va a hacer daño y cuando sepa que dejé de ser un pasatiempo más de la aburrida vida de cualquiera.
Despertaré cuando mis sábanas vuelvan a estar igual de suaves, cuando no huelan a su piel, cuando no recuerde cada milímetro de su cuerpo cuando estoy tumbada en mi cama.
Despertaré cuando esté preparada, quizás sea hoy, o quizás mañana. Despertaré de mi letargo para no volver a ser utilizada, para no ser culpable de nada, para empezar de cero sin que sus palabras me claven el rencor guardado y sin que mi mirada se apague cada mañana.


Intentaré seguir caminando...

lunes, 1 de agosto de 2011

Dont Cry

El tiempo ya no entiende mi sonrisa, ni mis lágrimas ni mis nostalgias de madrugada. Sólo mi almohada sabe cuánto siento y cuánto dejo de sentir; sólo ella sabe cuánto de rápido me voy consumiendo. Ella y mi mano derecha, con sus marcas, sus cicatrices y sus dientes clavados hasta dejar cardenales en la piel... sólo ellas saben cómo me puedo sentir hoy, y mañana, y ayer, y dentro de 10 días...quizás.
Mi garganta, que ya no sabe gritar más alto ni más claro, y nadie la oye ni la entiende; mi garganta masacrada por mí misma, por mi rutina, por mis nostalgias... Mi piel que se quema conforme avanzo, mis manos que arden cada segundo y mis ojos que lloran porque no saben qué más hacer. Ya me cansé de escuchar palabras bonitas que nunca fueron ciertas, que nunca, quizás, fueron sentidas y que se clavaron hasta la saciedad. Ya no sé cómo sentir esta distancia, si alejarme o si quedarme... si quererte o si odiarte, si secar mis ojos o dejarlos llorar sangre.
Mañana quizás salga el sol... y me joda la mañana.