jueves, 20 de octubre de 2011

Embriaguez


Necesitaba descansar su mirada, perderse entre el humo de ese último cigarro; olvidar, durante cinco minutos, almenos, su asquerosa y monótona existencia. Cerrar los ojos y pensar en cómo se le escapa la vida entre un sorbo y otro de alcohol, pensar en cómo va dejando pasar sin que nada realmente importe. Descansa su mirada tan perdida como su cabeza, y se para a no pensar; a no pensar en cuánto dejó marchar, ni en que ahora todo da igual. Ahógase en un vaso de vodka barato y helado, para soñar mejor...dicen, para no recordar su silueta, para sentir algo de calor dentro de su pecho y sentirse un poco más viva, quizás. Otro vaso más de soledad medida en grados, un sorbo más y pierde toda noción. Se olvida ya hasta de su nombre, hasta de su cuerpo, se olvida ya hasta de olvidarse.

Las marcas en sus brazos van ardiendo, van quemándola por dentro y por fuera, pero la embriaguez le impide darse cuenta. Se desdibujaba a la vez que su cigarro se hacía cenizas, quería desaparecer, con todas sus ganas, que no existiera un mañana en el que pensar, ni un minuto después en el que derrocharse; quería acabar consigo en ese preciso instante, dejar de ser quien era, por un momento tan sólo... Buscaba en el fondo del vaso vacío una única razón, un sólo motivo que parecía no existir. La lluvia derramaba en sus ropas y, en su mente, le despintaba la piel, aún con la esperanza de diluirse en cada gota que moría sobre su cuerpo.


Desaparecer, volverme infinitamente pequeña, dejar que la lluvia me desgaste, o diluirme en tu lengua, como un caramelo, dulce y efímero...

sábado, 15 de octubre de 2011

Catorce, quince...


Es como si flotara, como si mi alma abandonara mi cuerpo y me pudiera ver desde lejos, tumbada en la cama. Es como ver ochenta mil colores y no distinguir ni uno solo, o como dejar caer el cuerpo desnudo sobre la hierba y notar el frescor de la noche entre tus dedos y en mis piernas. Es como ver el reflejo del pecado marcado con sangre en la luna. Como cerrar los ojos y dejarte llevar por otras manos, como si tu mente se quedara en una parte y tu cuerpo en otra. Es como llevar un mes drogada y no sentir ya ni lo que tocas, no saber ya si lo que ves es real y no saborear más que el alcohol en otras bocas. Es como desaparecer, como reducirse al límite, como si no existiera. Como alejarse de todo durante un par de horas y que la mente sucumba, o como caer de un precipicio infinito y que el aire te vaya desgastando, poco a poco. Es como echar de menos lo que nunca se tendrá, como dejar todas las marcas en mi piel, como flotar boca abajo en el mar...
Es como si explotara el mundo entero dentro mía, como si no me quedaran ganas de otra cosa...

viernes, 7 de octubre de 2011

Setecientos kilómetros.

Falta tu calor entre mis sábanas y faltan tus labios sobre mi piel cada madrugada, faltan tus ojos perdidos en los míos y faltan las caricias, los abrazos, los recuerdos de lo que aún no ha sucedido.
Me despierto con tu imagen en mi cabeza y me acuesto pensando en soñar contigo, para tenerte todo lo cerca que quiera, para regalarte todos los besos que no puedo darte, para abrazarte las veces que hasta yo misma me falte...
Quiero que sean tus manos las que se deslicen bajo mis ropas, las que me ericen la piel; quiero que sean sólo tus manos las que me hagan sentir de nuevo, que me revivan por dentro, que me den todo el calor que me falta, todo el cariño y las caricias que imagino que me das.
Permíteme ser la princesa de este cuento casi en blanco, quiero que me salves de mí misma y mis fantasmas, que me lleves a un lugar que ni siquiera exista, que me devuelvas la vida con un beso y me despiertes de mis peores pesadillas con tan sólo estar a mi lado... Déjame que me acurruque en tu silueta, que te susurre las palabras más bonitas y luego me quede dormida con la tranquilidad de que estás ahí de verdad, que cuando despierte no te irás ni te desdibujarás en mi mente para no volver más.


Cada milímetro que nos separa es mucho menos de lo que me haces sentir.