domingo, 11 de julio de 2010

Lo que no te mata te hace más fuerte.

El mundo giraba tan rápido como pensaba mi cabeza, que sentía a punto de estallar en esos momentos. Sólo oía a lo lejos su voz recordándome lo imbécil que soy, por cualquier cosa. Y en mi cabeza sólo un cúmulo casi insoportable de arrepentimiento, angustia y desesperación en pleno éxtasis. Seguía escuchando, pero cada vez menos, cada vez mis lágrimas caían más rápido y mi respiración faltaba más a mi cuerpo; y el gran insuperable dilema, salir corriendo y perderme en cualquier lugar que ni siquiera yo conozca o quedarme ahí, quieta y moribunda sin saber casi qué hacer más. El ruido esclavizante de mis pensamientos me abrumaba y creo que él también parecía escucharlo, por esa expresión nefasta que conseguía descolocarme y hacerme sentir aún peor, si eso cabía...Y mis inoportunas palabras que en esos momentos salían disparadas de mi boca, sin darme tiempo casi a pensarlas ni a sentirlas, siquiera. Nos hacíamos daño, los dos, y ambos tenemos razón cuando nos quejamos del otro...pero, lamentablemente, a veces no conozco donde está el límite y cuándo tengo que parar de hacer algo mal, entonces siempre sigo, hasta darme cuenta de que ya es demasiado tarde...

No hay comentarios:

Publicar un comentario