jueves, 3 de febrero de 2011

Sinuous Delirium


Sinuoso delirio.
Veo tus manos, pero no las siento; toco tus brazos, pero no su calor, abrazo tu cuerpo, pero sin tu alma. Miro tus ojos, pero no te veo. Beso tus labios, pero son insípidos.
Intento tocarte pero sin querer te alejas, o desapareces. Todo a mi alrededor deja de existir, por un segundo, o por dos horas, ya perdí la noción del tiempo, y del espacio. Me hago pequeña y cierro los ojos para no sentir, si es que algo pudiere sentir. El aire que me rodea me presiona y aprieta mi cuerpo y me axfisia a la vez que congela mis frágiles huesos. Mis pulmones se han vuelto hielo y mi corazón escarcha pura, ya no respiro, ya no siento. Abro los ojos y ya no veo, no quedan restos de tu cuerpo, ni recuerdos en mi cabeza de tu sonrisa, o de la mía. Va muriendo cada parte de mí muy despacio, y es lo único que noto, que mis pies se desdibujan en la sinuosa oscuridad o la simple nada que me rodea, y así poco a poco el resto de lo que quede de mi cuerpo. Sólo soy capaz de escuchar los lentísimos latidos de mi corazón, se acaba el tiempo y no sé ni dónde me encuentro, ni quién soy, ni por qué estoy aquí; no sé donde estás, y menos aún dónde estoy yo... Noto una mano acariciándome, pero no sé de dónde viene, ni de quién será, no la veo, sólo la siento; me da calor y es agradable. La sensación de calidez aumenta cuando esa caricia se convierte en abrazo y lo transforma en latidos de mi corazón; escupo el vaho de mis pulmones que vuelven a funcionar y abro los ojos despacio dejando caer el hielo de mis pestañas. Puedo sentir tus manos, toco tus brazos y noto su calor, abrazo tu cuerpo... y noto tu alma sellada con la mía. Miro tus ojos y veo los míos reflejados, beso tus labios y descubro el dulce sabor de vivir...
Intento tocarte, pero mejor te abrazo, y vuelvo a respirar tranquila, y a escuchar mis latidos, cálidos, cálidos como tus ojos, como tus manos, como tu abrazo, que me ha devuelto la vida.

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