jueves, 11 de febrero de 2010

Dos palabras; esas dos que contienen toda la magia del mundo. Esas palabras que te salvan cuando crees que estás muriendo. Esas dos palabras son las que hacen que mi más cruda tristeza se desvanezca. Justo lo que necesitaba oír, justamente la salvación en la más cruel de las muertes. Mis ojos ya quebrados de dolor, ya esparcidas las lágrimas por toda mi almohada y ya seco el llanto con solamente oír o leer esas dos palabras. Mi salvación, que sólo se aposenta en un beso, o quizás en una caricia o la eternidad en la más bella de las frases; formada tan sólo por dos simples palabras: Te quiero.
Tan vacía y fría amanece mi cama... si no duermes en ella, junto a mí.

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