lunes, 1 de febrero de 2010

Confesión.

Vivir atrapada.

Esa frase, tan metafórica a la vez que real. Lo confieso, he vivido demasiado atrapada bajo mi propia capa de piel, dentro de mis propios huesos. Me he tenido miedo, pánico y pavor de ni siquiera saber como iba a actuar al segundo siguiente. Yo soy mi propia asesina en la historia, a la vez que el único ángel que me salva si quiero. No dejé de comer para tener la talla 32 y menos aún empecé a vomitar para que los chicos y chicas me miraran más. No, simplemente, la comida era la excusa para solucionar mis problemas. Así de sencillo, si estaba triste, vomitaba; si estaba enfadada, dejaba de comer; si me abrumaba el mundo, cualquiera de los métodos estaba bien para sentirme agusto. Inlcuso tampoco llegaba jamás a sentirme bien del todo, al contrario, cada día me sentía peor y necesitaba aún más seguir enfermando...Era un círculo: hacía algo para sentirme bien y eso mismo me hacía sentir peor y volvía a intentar sentirme bien...
En eso consistía mi vida hasta hace más o menos 4 ó 5 meses... Hoy por hoy, confieso que no lo tengo superado. Aún hay días que pienso que mi cuerpo podría mejorar, veces en las que me miro al espejo y odio todo lo que se refleja en él, pero lucho. Lucho por mejorar muy poco a poco mi autoestima, lucho por que los que me rodean no se preocupen más de si me salto alguna comida o las vomito, lucho igual por sentirme mejor conmigo misma, por quererme, simplemente.

1 comentario:

  1. Bueno bien por eso. La lucha mas cruda, siempre, es contra uno mismo. beso.

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