lunes, 8 de agosto de 2011

Un pedacito.

Hoy sólo queda un pedacito de cordura en mi cabeza, un hilillo de sensatez del que cuelgan mis recuerdos más efímeros. Sólo me queda en mis manos el temblor, el mismo que había en mis piernas cuando te supliqué mil veces que me perdonaras, el mismo que llena mi cuerpo entero cada madrugada.
Un pedacito de locura cada mañana mezclada con el café más amargo y con la cerveza más fría cada tarde, en cualquier banco, de cualquier parque, de cualquier ciudad, qué más da.
Ya no existe sensatez que me diga lo que hago bien, ni existe ese ángel ni ese demonio que me aconseje; sólo me queda ese pedacito ridículo de instinto que me obliga a dejarme llevar, quizás para bien o quizás para mal.
No me quedan ya palabras bonitas para decir, ni besos ni caricias para regalar...

Me quedan sólo las ganas de ti y de volverte a abrazar. Pero no se lo digas a nadie.


1 comentario:

  1. Los peores secretos, son los secretos a voces. Esos que tratas de guardar, esconder... Y acaban saliendo.

    Lo peor, es tener miedo de esos propios secretos.
    ¿Sabes qué...? A mi tan solamente me quedan ganas de él...pero a él no de mi.
    Triste.
    Besos pequeña

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