sábado, 5 de diciembre de 2009

Dear dead

He visto la muerte tan de cerca...tantas veces me ha acojido en sus brazos para luego soltarme...que ya ni miedo da. Es agradable, fue agradable estar cerca y notar que tu mente se aleja tan lejos que ya nunca querría volver, y sin embargo, lo hace.
Todo ocurre en un segundo o en una vida entera, cada día estaba un paso más cerca del abismo infinito y sin retorno, pero me supieron alejar a tiempo. Un paso más y quizás ahora no estubiera escribiendo esto.
Era tan ciega...decían. Aunqe no era así, yo veía perfectamente que el vacío cada vez estaba más cerca de mis pies y que mis ojos ya miraban a su fondo para nunca ver su fin...sin embargo, me encantaba seguir caminándo por los pasajes de mi propia muerte, amaba acercarme al filo del infierno, saborear el pecado con mi propia lengua, acariciar yo misma la piel del diablo...e incluso beberme mis propios miedos para luego vomitarlos...
Y me alejé de tanto placer. Mil palabras antes de ese día, mil súplicas intentaron convencerme de mi equivoco camino y caso omiso a esas palabras.... Pero ese día, el sentimiento pudo más que la tentación, que mis ganas de morir, que mi odio hacia mí misma. Y renací. La muerte se fue alejando muy muy lentamente, pero almenos se alejó lo suficiente. Mis ganas de morir se desvanecieron en sus besos, mi poca autoestima creció con sus caricias y mi sonrisa volvió con sus te quiero de cada día...

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